Ante tanta presión de la sociedad, medios de comunicación, redes sociales, etc., queriéndonos hacer creer que la belleza es tener una piel de porcelana, un cabello brilloso y un cuerpo con “medidas perfectas”, se nos hace cada vez más difícil poder aceptarnos tal cual somos, lo que afecta directamente a nuestra seguridad personal y nuestra autoestima.

En este mundo cada vez más competitivo, debemos ser conscientes de que la imagen sí importa. A la hora de buscar un mejor trabajo, hacer negocios, o interactuar con un nuevo círculo de amigos, o quizás buscar un nuevo amor, siempre tendrán más oportunidades las personas que proyecten una buena imagen.

Pero debemos entender que esto va más allá de nuestra apariencia física. Lo más importante es emitir un mensaje de seguridad personal, que a pesar de no poseer un cuerpo escultural, todos noten nuestra presencia. ¿Cómo logramos eso? Con una buena postura, pasos firmes, frente en alto, tono de voz adecuado y, por supuesto, una bella y auténtica sonrisa.

Pero ¿cómo lo hago si apenas puedo mirarme al espejo? Lo primero y principal es entender que todas las mujeres somos hermosas, sin importar las características físicas que cada una tenga.

Te animo a hacer las paces contigo misma, a perdonarte y a mirarte con nuevos ojos. Descubre tus puntos fuertes, anota en un papel al menos cinco características físicas tuyas que te agradan. Pégalo en un lugar visible y agradece por ello cada día. Mírate al espejo más seguido y sonríe.

Cuando logres aceptarte y amarte de verdad, romperás las barreras y ya no habrá límites para alcanzar todos tus sueños. Solo depende de ti. ¡Empieza hoy!